El Estado de Alerta derivado de la pandemia de la SARS-COVID-19 ha obligado a modificar muchas de las bases del trabajo, tanto en los focos y orientaciones estratégicas y operativas, como por la necesidad de operar en condiciones de máxima presión o en formato de teletrabajo, por parte de todos los equipos de trabajo.
Una vez se inicia el retorno al trabajo normalizado y a la recuperación de los objetivos estratégicos de las organizaciones, debemos ser conscientes que la experiencia vivida y los nuevos retos aconsejan revisar las bases de la dirección de los equipos.
Siguiendo el modelo de Daniel Pink, es oportuno revisar cuáles son los factos clave que afectan a la satisfacción laboral:
- Autonomía de gestión: Aspiramos a dirigir nuestro comportamiento a partir de decisiones propias. La sensación de ser autónomos produce un efecto muy positivo a nuestra actitud y rendimiento.
- Capacidad para actuar plenamente: Deseamos ser cada vez mejores en lo que nos importa. Los profesionales necesitan retos para mejorar permanentemente; por el contrario, haber logrado la excelencia (imposibilidad de mejorar) provoca desinterés y pérdida de esfuerzo.
- Propósito claro y deseado: Necesitamos conectar la conquista de la excelencia a un propósito superior que transcienda a un mismo. No se trata solo de tener objetivos operativos, sino que estos sean adecuados, significativos y correctamente evaluados.
Podríamos sintetizar los enunciados proponiendo que hace falta en:
- Fortalecer el propósito (ilusión/visión) …
- …de forma compartida…
- …y promoviendo nuevos retos personales y profesionales.
Sin duda que hay mucho más a hacer, pero es una buena forma de empezar a ensartar los retos de futuro.