Parece que fue ayer cuando los tipos de interés de pólizas de crédito y otros tipos de préstamos para empresas se movían entre el 8 y el 12%. Llegó la crisis, y las medidas monetarias generalizadas para devolver la confianza a consumidores y empresas situaron los tipos de interés en mínimos históricos por lo que hoy, la mayoría de compañías que utilizan estos productos financieros –especialmente las grandes- se mueven en tipos efectivos muchísimo más bajos, casi ridículos.
Pero las tornas cambian y tenemos ante nosotros múltiples señales de que los tipos de interés volverán a una senda moderadamente alcista más pronto que tarde y ahí volvemos a requerir del papel de los líderes, no tan solo de los directores financieros o funciones similares, sino de los primeros espadas en cada organización.
El liderazgo implica visión y apuesta por el futuro. Implica movilizar a los equipos en pos de un objetivo común, con justicia y ambición, pero también implica cosas menos glamurosas y prosaicas, como definir cuál debe ser el perfil de riesgo de mi organización y ello, entre otros aspectos, implica definir –con el apoyo técnico del staff de finanzas- cuál debe ser el endeudamiento estructural máximo de una compañía en cada momento de la vida de la misma y en función de las expectativas del mercado.
Esa es una función típica de la alta dirección y, en momentos como el que se avecina, de posibles cambios al alza en el precio del dinero, el líder tiene que provocar un debate interno acerca de los niveles de endeudamiento aceptables, el coste financiero que podemos encajar y cómo podemos garantizar una estabilidad de los márgenes en ese contexto.
Los altos niveles de endeudamiento son siempre peligrosos. Una compañía estable es una compañía que recurre a la deuda solo cuando esta aporta valor pero nunca sustituye aquello que debería financiarse con fondos propios con instrumentos de deuda que están pensados para otros fines. Ahora volvemos a vernos en uno de esos momentos en los que el papel del líder en el campo financiero vuelve a surgir con fuerza. Desde luego, aquellas empresas que no lo hayan hecho ya, deberían buscar un rápido desendeudamiento sino quieren poner en peligro su existencia.
Es claramente un papel del líder de cada organización, promover una cultura financiera sana y sensata dentro de cada casa. El área financiera debe implementar esa cultura de forma técnicamente correcta.