Mucho se ha escrito acerca la necesidad de que los mandos estén formados y capacitados para desempeñar su rol, pero no tanto acerca de las “ganas” que una persona tiene de ser un buen mando, independientemente del nivel jerárquico que ocupe.
Y no me refiero al deseo de prosperar, de crecer y subir en la pirámide organizacional, que considero legítimo. Me refiero a la aspiración intrínseca de querer desempeñar, por uno mismo, el rol de jefe de modo excelente; desvinculado incluso de la voluntad y necesidad de obtener los mejores resultados. Hablo del “jefe vocacional”.
Vocación es la “inclinación o interés que una persona siente en su interior para dedicarse a una determinada forma de vida o un determinado trabajo”.
Hoy día hablamos de competencias directivas, habilidades, talento, pero escasas veces hacemos referencia al grado de interés y deseo real de nuestros mandos por desempeñar una jefatura.
Este aspecto tiene una importancia mayor de la que muchas veces le damos porque entre un mando con vocación y otro que no lo es, hay una enorme brecha.
Quien tiene vocación, se siete motivado para impulsar y llevar a cabo acciones que desarrollen su necesidad interior de lograr aquello que desean. Para ello se esforzará denodadamente por aprender, compartir, crear, desarrollar ideas, avanzar, dar sentido a lo que hace, logrando irradiar esta fuerza en el entorno más inmediato cualificando el modo de interpretar y sentir cada una de las situaciones que le envuelven.
La vocación es la forma en la que los valores y modo de ser se hacen visibles. Cuando se posee la actividad brilla, está en sintonía, transmite emoción, avanza, va más allá del simple cumplimiento y, sobre todo, impacta positivamente en el entorno y en las personas que comparten el proyecto -equipo- ayudándoles a encontrar sentido, significado y transcendencia al trabajo que llevan a cabo.
¿Cómo identificar la vocación?. Identificamos tres elementos:
- Deseo: Parte del interior de la persona. Es necesario escucharse a si mismo para identificar qué es lo que más te gusta, te atrae, te hace disfrutar pese a la dificultad que pueda conlleva realizarlo.
- Aptitud: Saber, aprender, incorporar nuevos modos y formas de hacer, planteando hipótesis, investigando y estudiando formas diferentes de ver y entender la realidad para integrarlas en uno mismo.
- Entrega: Focalizar toda la actividad en el logro del propósito, entregándose al mismo al tiempo que trabaja en persuadir a otros para que le apoyen, ayuden o compartan con él su visión; en la convicción de que su vocación es necesaria para la vida de las demás personas y para la sociedad.
Todo cambia cuando una persona siente y tiene vocación, cuando dice: ”yo he nacido para esto”. Tener y sentir la “vocación de jefe” es el principal requisito para desarrollar un liderazgo consistente y de éxito desde la propia congruencia personal.