La preocupación del regulador está plenamente justificada. Probablemente todos conozcamos alguna anécdota referente a tal o cual conocido/a que, aconsejado de alguna forma por su entidad financiera, invirtió sus ahorros en algún activo financiero de elevado riesgo, sin ser plenamente consciente de ello, con las consecuencias que todos podemos imaginar.