Afortunadamente estamos avanzando hacia comportamientos empresariales y modelos de liderazgo en las que está cada vez más presente la aplicación de valores.
Sin embargo cuando hablamos de valores corremos el riesgo de que la expresión quede como una palabra etérea con un significado difuso de carácter “buenista” y aplicación dudosa. Permítanme compartir ustedes que entiendo yo por “valores” en un contesto empresarial.
Entiendo por “valores” aquellas actitudes vitales de carácter humanista que se respiran a todos los niveles de la organización, se inspiran desde el liderazgo, se respetan y se hacen respetar e inspiran todas las acciones, el negocio y los procesos y directrices de una compañía. Esos “valores” tienen que estar sustentados por continuas evidencias de aplicación. Tienen que dejar huella en multitud de aspectos: la política comercial, los acuerdos con los proveedores, la política de remuneración o el compromiso medioambiental, entre otros ejemplos.
Las empresas con valores no lo son porque lo digan en su página web o en sus declaraciones institucionales, lo son porque todas las evidencias en su comportamiento real de negocio y la opinión mayoritaria de sus stakeholders lo avalan y lo confirman. Y, créanme, no existen tantas compañías así dado que una empresa con esas característica tiene que tener un liderazgo claro y generoso que visualice perfectamente qué quiere decir liderar con valores, que acepte y promueva que el beneficio no es ni puede ser nunca un objetivo sino la consecuencia de hacer las cosas correctas de hacerlas de forma eficiente y acorde a unos principios que pongan el respeto al ser humano y al planeta por encima de cualquier otra consideración.
El líder que impulsa una empresa con valores debe ser un visionario pero a la vez enormemente pragmático, dispuesto a nadar contra corriente cuando haga falta, dispuesto a inspirar a sus colaboradores y a ser un líder que predica con el ejemplo poniendo a los valores, que deben ser la guía fundamental de la organización, por delante de cualquier cosa.
No es fácil pero les aseguro que es gratificante y, en el medio y largo plazo, acaba provocando también un mejor comportamiento de la rentabilidad y del valor de la compañía.